Coloso

El año está llegando a su ocaso.

La vida se está quedando dormida entre los dedos del azar.

La locura está rozando de nuevo la barrera que separa mi hielo del fuego imponente que esconde el miedo. Nunca entenderé por qué prefieres la herida y no la cicatriz. Nunca aprenderé a levantarme de nuevo cuando la piedra con la que tropiezo es la misma. Nunca hubiese pensado que en un rincón tan frío pudiese encontrar el calor de unas manos, otra vez.

A pesar de todo, la luz sigue traspasando mi piel.

Hay batallas en las que se pelea a ciegas, de espaldas y sin pensar. Lugares donde las miradas se cruzan y a veces no es por pura casualidad. A veces no nos arrancamos la venda de los ojos por miedo a ver más allá. A eso se le llama incertidumbre, a pesar de que en el fondo conocemos la verdad.

El silencio me acompaña a cada uno de los destinos de mi viaje. Se queja en cada parada y me canta una canción al oído cuando se da cuenta de que me estoy quedando dormida. Aún sigo a la espera de un perdón que no llega. Y ese es el único silencio que me hiere.

«Eres fuerte»-dicen. Y sí, no les diré lo contrario, pero en el fondo soy como una masa que se deshace en el momento menos pensado. Intento barrer el exceso a base de ironías y bromas improvisadas, de risas sinceras que tapan mi destrozo, al menos, durante el tiempo suficiente como para recomponer mi daño sin que nadie se dé cuenta.

Después todo vuelve a empezar.

La razón y el corazón se enfrentan en una pelea cuerpo a cuerpo.

La vida vuelve a darte otra oportunidad, a pesar de no querer volver a confiar ni en tu sombra, que se alza como un coloso, cuando yo me hago cada vez más y más pequeña en este universo de palabras.

-Estrella Fugaz.